Soliloquio en prosa

Se me han extraviado tus puntos cardinales,
justo allí, en el lecho habitado de arcaicos corredores.
Te busco en las paredes despintadas de la casa,
en esas largas horas de infinita ausencia
cuando creo que al recuerdo se lo ha tragado la tierra.
Mi corazón palpita y el perro todos los días te reclama,
en tantas noches frías de relámpagos llenas.

En el perchero cuelga el sombrero de siempre
y la bufanda negra ya no me dice nada;
se me han extraviado tus ojos en la grada
y el sofá me interroga, y te espera…te espera…
Mi monólogo acaba cuando llegas a casa
y el sol por la ventana se mete y se recrea.

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