Te está alcanzando,
es un lazo suave
que asfixia igual,
con la delicadeza de la crueldad.
Entre bostezos de aburrimiento
esbozadas historias de mentira
te atrapan, te enganchan a la tuya,
tu felicidad es recuerdo,
de un tiempo irrepetible, y lo sabes.
Se te ha enredado al cuerpo
y te acompaña incluso cuando no habitas en ella
un día hablamos de que elegida
la soledad es bella.
Pero ya no. ¿Cuánto tiempo se elige?
¿Cuándo estás sobre su sombra
y no te das cuenta?
Y no te soportas,
lo intentas pero no puedes.
Ni la alfombra, ni el repertorio de ruidos
de los electrodomésticos.
Ni el sonido del timbre
de la casa de al lado.
No soportas los días.
Tienes una caja llena de recuerdos
de momentos que ardieron
y que aún intoxican con su humo
y se mezclan con la paz del silencio,
desquiciado, que no se calla nunca.
Hay un fantasma para cada hora,
un continuo vértigo lancinante,
tu pelo, tus ojeras, tú,
el recuerdo constante
de lo que eres ahora.
Y eres nada.
Y la nada lo es cuando nadie lo sabe