Sinfonía lúgubre de madrugada:
un grifo mal cerrado, una puerta,
la confesión del crimen perpetrado,
el ruido de un cuerpo que tropieza con algo.
Al borde del sueño, la pesadilla,
reconocer la realidad es un problema.
Por fin, la hora, el último paseo:
Pálido sube al patíbulo el reo,
le ponen el cáñamo en el cuello
y preguntan: ¿Tiene algo que decir?
Silencio. Tensan el lazo y le consuelan:
¡Ánimo! Es cuestión de un momento.