Voy desoyendo los pasos,
esos que quedaron grabados a golpes
en este camino que no tiene regreso.
Y no vuelvo la vista
(no lo necesito).
Las imágenes siguen vívidas
en cada pliegue de mi mente.
Desandar no es posible,
ya no hay un lugar de otro tiempo.
Se perdió la ternura y la piel de seda…
ya no hay regreso.
Descorchamos todos los amaneceres
y bebimos a tragos los minutos burbujeantes.
Desoímos el tic-tac,
nos cegaron los soles de piel.
Pero el tiempo es cruel
y pasa inexorable…sin pedir permiso.
A bocajarro se nos desplomó un aguacero
de una clepsidra agujereada.
Los ríos de monotonía
recorren ahora las callejuelas epidérmicas.
Nos quedamos a la deriva…y sin regreso.