El sibrod es una forma poética que consta de tres versos heptasílabos, es decir, cada verso tiene siete sílabas. Esta estructura no requiere rima ni título y se escribe en tiempo presente para capturar la esencia de un instante en la naturaleza. La denominación «sibrod» deriva del galés «sibrwd», que se traduce como «susurros», reflejando la íntima conexión entre los árboles y la naturaleza, las cuales evoca la idea de cómo los árboles comunican su sabiduría a través del susurro de sus hojas al ser acariciadas por el viento.
El uso de siete sílabas por verso no es arbitrario; el número siete es considerado mágico en diversas culturas y tradiciones. Además, al estar compuesto de tres versos, se invoca también la importancia simbólica del número tres. La suma total de sílabas en un dálsifro es de veintiuna (7+7+7), otro número con resonancias místicas.
Los sibrodes no son solo expresiones poéticas; también se emplean en la meditación, prácticas espirituales y como medio de conexión con la naturaleza. Además, los sibrodes están intrínsecamente relacionados con las dioncras, que son las letras de un alfabeto mágico de mi invención, el cual fue creado para acompañar a esta forma poética. Cada letra de este alfabeto, o dioncra, representa una parte específica de un árbol y, al combinarse, forman palabras que visualmente recuerdan a árboles o plantas. Cada dioncra posee su propio significado y está asociada a un dálsifro particular que se utiliza para invocar o reflexionar sobre la energía de esa dioncra.
Finalmente, los sibrodes muchas veces suelen estar cargados de simbolismos que se relacionan con la vida humana:
«El polen se dispersa,
la flor no la detiene
sino que la disfruta.»
Simbolismos:
El polen que se dispersa por el viento o por los insectos representa las pequeñas suertes o momentos felices e inesperados que podemos encontrar en nuestro camino. Estos acontecimientos pueden ser fugaces y fácilmente desapercibidos si no estamos atentos, pero al igual que la flor, debemos aprender a disfrutarlos y sacarles el máximo provecho.
La flor, por su parte, simboliza nuestra capacidad para recibir y disfrutar de esas pequeñas fortunas. En lugar de resistirse a ellas o ignorarlas, debemos aprender a aprovecharlas y saborear su dulzura. La flor nos enseña a abrirnos a las oportunidades que se nos presentan, a aceptarlas y a encontrar la felicidad en ellas.
Este dálsifro nos recuerda que la vida está llena de posibilidades y que son esas pequeñas suertes y oportunidades las que realmente nos dan felicidad y significado. No debemos esperar a que las grandes suertes o los momentos extraordinarios nos lleguen, sino que debemos estar abiertos a las pequeñas alegrías que se cruzan en nuestro camino diario. Además, el dálsifro nos insta a no dejar que las preocupaciones o los problemas nos impidan disfrutar y aprovechar estas oportunidades. Así como la flor no se detiene y se permite disfrutar del polen que se dispersa, nosotros también debemos aprender a dejar de lado nuestras preocupaciones y miedos para sumergirnos en la alegría y en la felicidad de los momentos pequeños pero significativos.
Más ejemplos de dálsifros:
«Un árbol con sus ramas
pinta de azul el cielo
a través de las nubes.»
«El río se desliza
llevándose las hojas
a cascadas inciertas.»
«La paz entre el follaje
exhibe una cabaña,
en el bosque el silencio.»
Nota: También se pueden escribir en otras dos variantes con rima: El sibrod aconsonantado y el sibrod asonantado, con esquema libre.
El sibrod es una forma poética de mi autoría.