Si tienes miedo
escucha los latidos
de quien te llama.
Son, como el viento,
suspiros desgarrados
y lastimeros.
Buscan tu mano,
el tacto de sus dedos
y sus caricias.
Ante tu miedo
hay miedo en otro cuerpo
y hasta en su alma.
Quizás precises
buscar al ser amado
y unir su aliento.
Que sean uno
el miedo, y compartido
es llevadero.
Siempre se anima
y el miedo de los otros
es más liviano.
De todas formas
el miedo está presente,
nace en nosotros.
Con él partimos,
temblamos con sus años
y en él dormimos.
Rafael Sánchez Ortega ©
17/05/25