Ya he arrojado mis párpados al fuego
para que se consuman
y no quede ninguna
memoria de mis lágrimas.
He olvidado el motivo,
la razón de mi muerte, de este olvido
inapelable y ciego,
desordenado y súbito,
que deja esa textura de ceniza
en los espejos ciegos y podridos.
La noche ya ha llegado hasta la orilla
y reclama mi negro corazón,
las palabras siniestras
que una vez pronunciaron los juglares
en plazas porticadas,
en apartados bosques,
en turbios cementerios donde yacen
miradas, esos gestos sin destino,
esa eterna renuncia del fracaso.
9 Me gusta
inevitable y aceptado final… versos que describen muy bien ese momento
1 me gusta
Muchas gracias por tu comentario y por acercarte a mis versos
Grande! y qué final, poeta!
1 me gusta
Muchas gracias por apreciar mis versos. Saludos.
1 me gusta
Es de una belleza turbia y oscura…
Gran poema!
Buenas noches, José Antonio!
1 me gusta
Es la belleza de lo que va a morir,de lo imposible… Un saludo.
1 me gusta