Todo el mundo desea ser feliz,
que amargarse la vida alegremente
suele dejar alguna cicatriz,
y malograr la fiesta de repente.
Quizás no sea el pueblo muy consciente
y en los ojos se ponga alguna venda,
que le permita parecer sonriente
mientras nadie a propósito le ofenda.
Ojalá que de mí siempre dependa
lo que tal vez en libertad decida,
porque también a decidir aprenda
y nadie por narices me lo impida.
Y ojalá que seguir a la manada
pueda a nadie servir de coartada.