No sirve estar solo
y no tratarte mejor que bien,
ya indefinidamente la fortuna me ha desterrado.
¿Y que le hago?
muy arriba siempre el juicio;
y tus ojos -
colisionar de frente
junto a ellos,
integrales y aparatos,
la fuerza desde adentro…
He caminado sin rumbo,
mirando el reflejo en la noche del Arno,
fui una vez el amor de mi amor,
una historia desnuda de escritores,
de Dioses prolijos,
de tu bienvenida figura,
de la era de las definiciones.
Y me duele ’
no ser poliglata a las tantas respuestas,
quisiera no quedarme con tanto,
y creo que aún me queda correa,
la canción del vagabundo
en las costillas que protegen,
esas minas de emociones,
los lingotes de más de un corazón.
Quizá otro ciclo ha terminado,
solo quiero regresar a los míos,
unos tarros de cerveza y los amigos,
ser eternamente ese ser especial,
un derrochador de cariño,
la cena familiar de cualquier domingo,
sentirme locamente seguro,
al boicot en todas partes,
al hado y a su golpe en donde vino,
esconderme al si no resistes no sos nadie,
ser adulto no es lo mío.
Poco miedo tengo ya de irme,
nada tengo
y me falta tanto por dar,
sufrí lo necesario,
amé lo irrepetible,
derretir un alma es llamarnos confundidos,
a veces todo pupa y otras nada sientes,
ceder y destruirse,
lo complicado de extrañar lo que jamás se ha tenido,
un juego de poetas descarriados…
Y he aprendido a reírme de la vida,
ha ser también -
el motivo de su burla,
el terreno de otra dicha,
Y asi tu y yo.
continuamente continentes temblando,
hilo y aguja,
dos lunas en una,
una lágrima azul devorando experiencias,
un pensamiento lejano,
renaciendo e imolando
a un microcosmos con su propio latido,
fuera de toda ecuación,
lejos de todo sentido