Hay hojas en las escaleras.
Van subiendo lentamente los peldaños,
como pasando siglos enteros,
con ganas de querer llegar hasta ti.
Allí, encontrarás el calor y el cobijo
que desde el principio del mundo se escapó y
nadie sabe dónde; tal vez, fueran a este cuarto
donde llenaste las páginas de un libro de sueños.
El último obstáculo es la puerta,
siempre cerrada y sin pintar.
Allí, se van amontonando:
las unas sobre las otras; y sus voces
entonan la canción del silencio.
En esta escalera interminable,
cuyo primer peldaño, subo; hago un viaje
sereno, claro, luminoso y perfecto;
sabiendo que para abrir la puerta
todos habremos de morir.