Si seres tan hermosos eran desdichados, no era de extrañar que yo, criatura imperfecta y solitaria, también lo fuera.
Mary Shelley, Frankenstein o el moderno Prometeo.
Belleza, estimo que en ti
no hay desdicha,
que poseerte genera una vida hacedera,
tu sublimidad es rótulo
que expresa perfección,
erramos al pensar que la gracia es inmutable y camino de ventura,
errabundos inmersos
en un orbe rasante,
dificulta atisbar
que en lo venusto también hay imperfección, dolor y desaliento,
la desventura deambula
en lo disforme y lo armónico,
comparten cadenas
y padecimiento existencial,
somos seres distintos en lo visual,
en lo profundo la desdicha semejante,
si nuestro mirar advirtiera
en lo recóndito,
en lo simple y sublime,
las cadenas estallarían en libertad y hermosura divina.