Una lucha instantánea.
Perpetua.
¿Quién es el que canta
en esta mano?
¿Quién es el que habita
en la morada del viento?
¿Quién será después
de los rasguños?
¿Quién es el que canta ahora?
¿Quién es el que escucha?
Hemos visto como los “aseguramentes”
entraron en la carne.
¿Quién es el libre?
¿Cuál es el puro?
¿Dónde está el rico?
El instante navega
foto a foto.
¿Lo vemos?
¿Quién es el guerrero?
¿Dónde estará ese salto?
¿Quién es el sabio entonces?
¿Quién es el sueño?
El mar y el horizonte.
La rompiente rocosa.
Una trinchera en pié de paz.
El bosque.
La noche.
Una llovizna me acaricia y pasa.
Se queda para siempre
aquí donde no estamos,
y alguien canta.
Siento como tiembla
este incompleto pulso de ilusiones.
Y una muchedumbre de reflejos
enmarañan la brisa,
apenas se vislumbra
la montaña entre los ecos…
¿Quién es el que está
detrás de las cadenas?
¿Quién es el suspiro
de este cuadro?
¿Las ropas quizá?
¿Los esclavos?
¿Cuál es la tinta?
¿Quién es el que habita
en la morada del viento?
¿Quién es el que canta
en esta espera?
¿Quién es el que ríe ahora?
¿Quién es el seguro
de ser quien piensa?
¿Quién es el sabio entonces?
¿Quién es el verbo?
Sólo pasamos
sin saber nada de este hechizo.
Inevitablemente.
Sólo pasamos.
El cielo es un poema
-ha dicho un mago-
y pensar que es un poema incompleto…