Sed

Enterrando mi pecho
volví a mi alma un desierto.
Mi corazón se tornó cenicero.
Harto de ceniza,
falto de fuego.

Mi garganta se secó
suplicando migas de éxtasis.
Insaciable se expande por mi cuerpo,
el hambre de emociones.
Mi boca queda marchita
sin un beso que la vuelva incienso.

5 Me gusta

Que bellos tonos tiene tu lamento. Apalusos.

Un poema que es como un lamento profundo por la sequedad emocional.

Bienvenida de nuevo poetisa.

Una elevación del deseo, un canto al éxtasis…y muy hermoso, precioso.

Saludos