Se olvidó de pensar y no supo volver,
su recuerdo borró cada miga de pan,
se quedó sin razón, como estatua de sal,
junto al puzzle que no volverá a resolver.
Se llenó con la luz que baño su niñez,
con la dulce ilusión, con los juegos de ayer,
se olvidó de buscar, se olvidó de crecer,
y paró su reloj donde vio amanecer.
Hace tiempo que ya no se acuerda de mí,
pero a veces su risa me viene a buscar,
y me asomo a sus ojos para confirmar
que en el fondo está el alma que yo conocí.
Muy hermoso, Melchor!
Hay que recordar…a los que, desgraciadamente, no tienen recuerdos. Y tú lo has hecho muy bien. Casi todos tenemos o hemos tenido a alguien cercano con esa destructiva enfermedad. Gracias por hacerlo!
Un abrazo!
Muchas gracias Maria. Mi respeto y admiración a todas esas personas que cuidan con cariño y ternura a los afectados y afectadas por esta enfermedad. Un abrazo.