A veces nosotros mismos no somos suficientes para curar nuestras heridas del alma, en ocasiones quienes están a nuestro alrededor, tampoco nos hacen alcanzar la calma. Pero siempre hay apagallamas, capaces de sofocar las entrañas que arden inmisericordes y contra nuestra voluntad. Basta con buscar esa mano, que sea capaz de sacarnos de ese remolino, que nos hunde en su desdén. Buen poema. Saludos.
Quizás en la sinfonía de tu poema, acordes de ansiedad de un tiempo incontrolable, una alarma resonando solo en urgencias.
Parece que la lucha diaria contra el retraso se expresa intensamente, intoxicando horas para lograr lo mínimo. Aunque se sortea el apremio constante, persiste la conciencia de insuficiencia.
Tus letras así, desde mi lectura, esbozan un retrato poético de la tensión entre deseo y realidad temporal.
Parto siempre de la temporalidad de las cosas y me va bien…otras ,no tanto y necesito limpiar mis gafas o que alguien me ayude para recuperar la claridad…
Y eso también duele, y mucho, porque es inevitable por mucho esfuerzo que una le ponga, o ninguno a veces, el resultado siempre parece mínimo… Gracias, mi Sinmi!