Se me cae la cara de vergüenza

Se me cae la cara de vergüenza
cuando disculpas que ofrecer no tengo,
porque mi perfección jamás convenza
y del que pensarán no me prevengo.

Será que por confiado no me cuido
y al azar yo me expongo de repente,
porque poco enigmático habré sido
de mi propia conducta inconsecuente.

Quizás porque el instinto no funciona
como su sabio parecer augura,
cuando desprevenido no razona
con los pies en el suelo y con mesura.

O será que perfecto yo no soy
y a cambiar de opinión tampoco voy.

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