Se me acumulan las palabras

―’El problema de nuestro tiempo es que el futuro ya no es lo que era’, que dijo Paul Valéry.

―Se me acumulan las palabras, las sensaciones inertes. Cada corazón es independiente y precioso tal como es.

―Pero, ¿por qué da miedo incluso cuando estás demasiado inmerso en tu carne mortal?

―Por la profundidad insondable del cuerpo. Creo que necesito lógica, o mejor dicho, palabras que me defiendan.

―Rendirse al cuerpo… Ganes perspectiva o no, parece importante.

―Abandona la idea de poner en palabras tus sentidos y déjalo en manos de tus ojos.

―A veces veo mi vida en retrospectiva en un espejo como en un marco que parece un lienzo. Viento de otoño, levantando las manos para cederle el paso.

―Pasa la voz. Ahora es el momento de decírselo al mundo: porque una vida en retrospectiva es una esfera infinita. Viajando en el tiempo y el espacio.

―Deja jugar a tus cinco sentidos y entrena a tu sexto, y, a veces, pasea por el séptimo reino.

―Hoy es un buen día para que mi ruiseñor eterno silbe por primera vez.

―Esta mañana hizo tres meses desde que cantó por primera vez mi alondra. Posada en el alfeizar, yo deambulaba por la cocina cuando la vi; pensé que era la reencarnación de un ángel.

―Los cerezos ya están floreciendo.

―Creo que lo importante no es que tenga algún significado especial lo que haga o que obtenga resultados que los demás reconozcan. Se trata de tener un corazón alegre. Por eso decidí no rendirme.

―Puede ser sorprendentemente común que lo que sentimos en nuestro corazón o lo que vemos u oímos se haga realidad de maneras inesperadas.

―Sólo por esa razón intenta vivir un poco más. Temprano en la mañana la hierba muerta, bañada en oro pálido, se balancea ligeramente. ¿Dirías que soy irresponsable?

―Es tan incomprensible, incluso, como que yo exista con una sola mente; y sin entender por qué, para más inri. Pero al menos déjame orar por ti aquí y ahora. Para tu felicidad. No hay nada extraño en ello. Mi sueño esta noche será un jardín de verano. Nos encontraremos y hablaremos en la hierba verde cubierta por la deslumbrante luz del sol. Aunque, en realidad, ya no sé si las palabras serán necesarias.

―Los recuerdos preciosos se sienten como si respiraran, y el corazón puede ser una luz tenue que se apague fácilmente si la soplas.

―Sí, algún día, cuando seamos mayores y la soledad se vuelva insoportable. Comamos entonces, como en verano, vieiras con aguanieve en un cuenco de pétalos.

―Es divertido, es divertido, es divertido.

―Está bien, está bien, ya es de noche, es hora de dormir. Nos vemos mañana en el campo. Buenas noches.

―O en la luna, y descubriremos que la sustancia blanca es en realidad canela pura.

―Está bien, está bien, la noche aún es larga.

―Nuestros océanos están limpios.

―Incluso en su quietud, el mar temprano en la mañana está lleno de una voluntad inquebrantable.

―Las conchas rotas quedan enterradas en la arena, y continúan existiendo como recuerdos acumulados, pero son acariciadas por las olas y de repente bailan con la brisa del mar. Buenas noches, buenas noches, buenas noches. Mis párpados se están derritiendo.

―¿Ya estás ahí? Yo también iré pronto. Puedes ser el océano, el viento, las estrellas, o incluso una simple flor que florece en esa colina. Por favor, no lo olvides.

―Sí, porque la forma en que lo especial de otra persona se vuelve propio y los sentimientos que uno aprecia te conectan con ella es como trazar una pequeña estrella para dibujar una constelación.

Ayer el sol era tan fuerte que saqué mi sombrilla pero, antes de darme cuenta, todavía era febrero…

Luis J. Goróstegui

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