Cuando la sangre ajena se derrama
ojalá que no sea de amiguetes,
si a la hora de matar no paga fletes
al demonio se culpa de la trama.
A mí bastante la atención me llama
que liados entre dimes y diretes,
nos maneje una panda de zoquetes
mientras nos hacen por doquier la cama.
Quien sabe si rascando el propio ombligo
a pares echan los balones fuera
cuando la circunstancia lo requiera,
cuando si hablar se hablara de un amigo
nadie por enterado se daría
teniendo bien a salvo la cartera.