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Mi boca sabe a ceniza, hermanos. El 
 fuego ha devastado el corazón de los
 valientes ,y la casa se ha derrumbado,
 con estrépito, sobre todos nosotros.
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El hombre está enfrentado consigo mismo, en guerra continua con su 
 conciencia.
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Las palabras , hermanos, apenas sirven 
 para definir el horror del mundo, la sangrienta hegemonía del tótem de la
 bondad vacía.
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Me sabe a ceniza, a uniformidad de vómito y malicia, a pobreza de pensamiento, a tumba del olvido. 
              
              
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