“La noche es una sábana negra que las polillas mordisquearon…”
Egoluna.
Llego desde el insomnio
como un sueño perdido,
incompleto,
imposible de volver a soñar,
y completar.
Se desploma la noche
en los hombros del mundo.
El silencio atormenta
los tímpanos de mármol.
La calma es un refugio
al borde del sendero
de la loca carrera
que corren las estatuas,
moribundas de hastío.
El jardín
es un manto de sueños,
floreciendo
la ondulante pradera
desierta de holladuras.
Trepado a las campanas
del diluvio,
hago temblar la tierra
en un eco incesante
quebrando los ladrillos
que abrazan catedrales.
Los pesares no pesan,
en esta noche
de lúcidos desvelos.
El vuelo es una brisa
que emerge liberada
del bullicio estancado
de las bocas desiertas.
Camino por el aire
y me alza un vuelo…
El mundo
es una esfera enceguecida,
envuelta en una tela apolillada.