He amanecido enredada
entre los lazos de un día gris.
Donde la bruma hace nido
y el aire gélido se cree brisa. Donde el tiempo se ha roto
y los pedazos aún sangran.
He abierto los ojos y nada veo,
la niebla enrarecida escuece y duele…
ya no puedo ver las manecillas
ni descubrir cuál es mi tiempo…
tu tiempo…
nuestro tiempo.
Mueren los minutos
y mientras, la larga tarde
se vuelve ocaso de fuego.
El tiempo pasa, al mismo tiempo que nosotros nos vamos desvaneciendo, pero a pesar de todo, la poesía permanece y nos trasciende. Hermoso y nostálgico tu poema. Un saludo.