Vacuos retruécanos del subconsciente,
nos dictan sinsentidos con crudeza,
yendo tras el morbo de forma obsesa,
la malicia nos seduce afablemente.
Traicionamos la verdad inconscientemente,
cubrimos el rencor con sutileza,
transigimos el dolor; por más que escueza
y huimos del amor, constantemente.
Nos irrita lo sublime sin motivo,
nos cansa la alegranza, no nos hiere,
y vamos hacia un mundo más nocivo.
Aunque la luz nos llama, no se quiere;
preferimos el abismo más lascivo,
porque la bonhomía nos repele.
Retruécanos vacíos, fados hirientes,
bufones que nos guían a la tragedia,
vivimos la miseria en multimedia
nos atrae lo obsceno e irreverente.
La ética resulta deprimente,
una parodia es la paz que el mal asedia.
preferimos la farsa tragicomedia
o el cerco de un lacedemón permanente.
Envueltos en emboriadas locuras
porque la fe, es pura ficción kafkiana
riendo con una mueca de impostura,
Rechazando propuestas de un mañana,
cavamos nuestra propia sepultura
abrazando esta ilusión ¡siempre tan vana!