Adios al rastro -;
a ese mundo que tomaron
con sus manos,
bendicieron
y mintieron que era bueno.
Me reduje en el aire sin brillo
preguntando cuantos más
o hasta cuándo
habra que resistir,
aguantar el calor
forzado a la sombra,
distrayendo bajo y quedo
al recreo de la muerte,
abrazando muy de lado
a la maravillosa dignidad.
¿No sé cuanto quede de fe?
para mi bondad tirada a la borda
y mi alma herida por dientes…
Me confieso
como un agudo pervertido,
el montón de desperdicio
en el suelo más pérfido,
el esteta al que perdieron y perdí-;
Y otra vez desde la facia de los huesos,
en la ironía de las reglas de lo infame,
incisivo y palitativo,
denso y exquisito,
condenado de los genios
=Yo te veo =
en la desidia que te mata y que ahorca,
en la infección de los espíritus
de poca monta,
y en los dardos de tinta infernal,
tan ajeno al veneno,
la poesia del exceso
saltimbanqui desdeñando la razón
Y ensamblando un corazón.