Tus agujas encendidas,
como lava
traspasan mis vísceras.
Eres el ermitaño de sombrero negro,
hospedado en los huesos de mi soledad.
Caminas con tus pies de plomo
sobre campos minados,
extranjero de largas gabardinas.
Tatuado llevas en la piel
los nombres que me hieren,
tus dientes rechinan cuando los evocas.
Ermitaño de sonrisa torcida,
estrangulas mi luna llena
en las noches del gato celoso.
Tu gélido aliento,
como formol
diseca el brillo en mi mirada.
11 Me gusta
Exquisito poema. Muy hermoso. Saludos.
1 me gusta
Precioso poema… Rencor… , cariñoso odio…, siempre en confusiones, que se desprecian y quieren.
Me gustó el poema.
Abrazo
1 me gusta
David
3 Abril, 2021 06:53
9
Me recordaste la figura de Melquíades, el amigo de los Buendía en Cien años de soledad. Brindo por tu poema, Anabel. Precioso. Un abrazo.
Magnífico poema! Dibujaste muy bien con tus versos el rencor, un sentimiento que destruye y aniquila…al que lo siente.
Saludos, compañera!
1 me gusta
Un honor que Usted se tome tiempo para leer mi poema. Muchas gracias.
1 me gusta
Muy buen poema @Cervantesa
Hay personas que nunca olvidan y perdonan. Viven llenas de rencor y orgullo. He aprendido que esas personas no merecen la pena.
1 me gusta
Sí, luchar por limar las espinas del rencor puede ser una pelea diaria para algunos (as) y causa mucho daño a quienes rodean este sentimiento.
Un poema intrigantemente intenso… Me ha gustado mucho. Un saludo, compañera.
1 me gusta
Qué alegría saber que le guste. Muchas gracias, un honor.
1 me gusta