Con la capucha al hombro,
de viaje
en una bengala de ruedas rosa y lila
con un fundido invisible
para quien aún no puede verla,
las rodillas dobladas al medio
impulsando una piedra a brazo alto
tatuada en negro;
los kilómetros de anhelo y llanto guardados,
sin esfuerzo y libres
al encuentro compañero,
los besos y más abrazos, la charla,
el infinito en la misma sonrisa.
Y esas noches sin relojes ni teléfonos.
No pudimos despedirnos de ti,
vino y tu hija con el mismo genio y palabra.
Destellos de un viaje nostálgico y emotivo.
Versos llenos de anhelos y recuerdos compartidos.
Chispas líricas que detienen el tiempo para celebrar ese encuentro.
Esas rodillas dobladas, y esa piedra que lanzas al horizonte, cuál mochila llena que descargas para volver de nuevo a otro punto de partida… Renovado.
Me encanta esta fotografía cagada de reflexiones.
Un fuerte abrazo Tali.