Relevancia de una tormenta ajena

El tormento carga sus mulas;
las plegarias se han transformado en piedra maciza;
la arena fluye, se despoja de sus dunas,
hundiéndose en tus mares más oscuros.
La grieta se cierra, lo bueno se mezcla con lo malo.
Las manos, ahorcan desde adentro del cuerpo;
los cristales, caen desde las nubes congeladas
por tu frío amor obsesivo que ignora
aquello que a ti sí te ama.
Las plagas se asientan en estas tierras;
y una mirada, que es esquivada,
dice más que aquella que es certera.
La distancia, en nuestra existencia efímera;
comprime la esperanza de una utopía
en un puño cerrado que apunta al cielo.
La claridad oscurece nuestros ciclos, querida mía.
Una caricia bastará para rasgar mi piel, porque aquella, no me pertenece.
Tal vez, la luz al final del túnel, no nos espere;
quizás solo bastará con que abras tus persianas.
La jornada será larga, aún así, seré amigo del tiempo;
me sumergiré en la bruma que invade tu manantial,
solo para que tengas un lindo día.
Y aunque me olvides cada semana,
estaré esperando, que quieras esperarme.

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Buen poema!
Saludos, Alan.

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Precioso, Alan.
Me encanta ese recorrido por la espera y la tormenta.

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Muchas gracias :blush: ¡Saludos, María!

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¡Que bueno! Muchas gracias :blush: ¡Un saludo!

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