Ante mí, encontré un refugio que caía a pedazos.
Comencé a reconstruirlo recientemente con lo que tenía a mano.
Descubrí que aquello no bastaba, y el caserón me susurraba:
“No sirve con esto. Tengo que caer abajo… Han pasado ya muchos años.”
Entendí el mensaje del eco a través del cristal.
Aquel cristal, lo rompí en pedazos.
Y comencé a hacer mi refugio al lado del caserón
a partir de los trozos restantes del material perforante
y la sangre que se escurría entre mis dedos.