Recuerdo aquellos días de la infancia
soñando con sirenas de coral,
nublaba, mis sentidos, su fragancia,
igual que una sonrisa angelical.
Hoy veo, con agrado y elegancia
el tiempo que ha pasado en un cristal,
la bola de inocencia e ignorancia
reflejo de un principio y de un final.
Acepto de ese tiempo el contenido,
dejando en el recuerdo, tanto encanto,
y admito que he amado y he querido.
Por eso, en el presente, evito el llanto,
y surge la sonrisa en el gemido,
lo mismo que la lluvia imita al canto.
Rafael Sánchez Ortega ©
17/01/25