Recuerdo aquel guarda jurado loco
que ancló su tercerola en nuestros vientres
y gritaba que nos iba a matar,
un día de caza furtiva.
Mi hermano y yo pudimos morir aquel día,
aunque no fuimos conscientes.
Él no estaba loco, pero nosotros sí,
y, por menos, se mata mucha gente.
Sicario de otros o esclavo de sí mismo,
gestaba su insatisfacción desde hacía siglos
y soltó su furia con nosotros.
Todos somos esclavos:
los que observan las paredes con mirada de náufrago,
los que ilustran su tedio con gruesos volúmenes,
los obreros a los que el hielo come los nudillos
y rozan con la mirada muslos femeninos
descubiertos por ráfagas de viento,
un día de otoño huracanado.
Gran poema, amigo!
Ese incidente con el guarda te llevó a interesantes reflexiones…todos estamos condicionados por algo en nuestra conducta.
Buen día, José Manuel.
A veces no nos toca verlo… decía un compañero que la lucha por la libertad viene de lejos, pasa por nosotros y continúa en otros… Así lo veo yo también, nada bueno es inmediato.