¿Recuerdas mi nombre?

¿RECUERDAS MI NOMBRE? (Terror)

Ella se aproxima a él así como si nada, después de todo lo ocurrido meses antes. Su mirada orgullosa y serena; solo refleja su indómita motivación personal que jamás le abriría paso a algún gesto de piedad. A su vez, el pobre desgraciado en el estupor de su desdicha, con el cuerpo caído y el pulso vibrante, palidece aterrado sintiendo cada vez más cerca el aroma a perfume de zorra que se combina con el olor del cautiverio fétido donde se halla. Lleno de los colores que pintó su vientre en un juego inconsciente de arte grotesco, siquiera puede ver de frente a su captora con los ojos vendados y las manos a la espada enlazadas con sus pies. Tan solo oye el andar de los tacones puntiagudos con los que seguramente acariciarían su piel enllaguecida. Está atónito y enmudecido de miedo.
Ella a pocos metros de su víctima le pregunta con un tono calmo: –¿Porqué tan callado? ¿Acaso haz recordado porque estás aquí? ¿Recuerdas mi nombre? “Dímelo y tu pena terminará ya mismo”.–
Él sin más, que con la aguda intuición de un futuro ausente de su ego, le responde: –!Yo no te debo nada! ¡Te suplico que me liberes!–
Ella tan poco predecible para la inhibición, coloca agua para aquel perro sediento en un tazón de plástico enmohecido sobre el piso sentencial, toma en su mano derecha un gancho de ropa metálico y traspasandole el escroto al acusado sin que exista un mínimo espúreo de su cargo, sujeta el gancho de la parte inferior. El infeliz grita aturdido. –Toma algo de agua, estás deshidratado–. Dice ella. Él se arrastra como puede a cortos centímetros del líquido, cuando siente que lo templan por detrás. Y asomándose de su sexo, en un charco de sangre escarlata, dos canicas malditas resbalan de su cuero infecto. Con el corazón en la boca y con los ojos mojando su destino, comprende su virilidad perdida, castrado por el karma; supo que había sido derrotado. Y entre coágulos que anuncian su deceso, ella quitandole la venda con presteza le pregunta nuevamente: –¡Mírame! ¿Recuerdas mi nombre?–
Y él en su misera agonía, menos empático que su verdugo le responde: –No lo sé, fueron muchas; no las recuerdo a todas.–

David Contreras
Valencia, Venezuela
(02-01-21)
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Eso sí que es venganza pura y dura :clap:t2: :clap:t2:

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Muchas gracias por leerme @agueda1234. Saludos. :metal: