Recordar es mirar a los otros,
saltar a los besos en las tardes de lluvia,
dormir a solas con el frío,
imposible y encogido bajo la ventana,
como el mar en los dedos de octubre.
Recordar es un hombre con sangre de niño,
un puente azul en todas las escaleras,
un domingo cualquiera de otoño,
cuando los brazos se encuentran al final de los labios
y el amor lee libros.
Recordar es cruzar a nado los insomnios,
salir a la calle sin paraguas
cuando los muertos vienen dentro del aguacero,
recordar es volverse a existir,
llamarse en catorce nombres,
dolerse líricamente de primaveras.