Las manos atesoran el tacto de otro tiempo.
La memoria infantil de la piel
recupera un roce perdido entre pliegues.
Se despierta el recuerdo
y se tiñen de luces los oscuros.
Vuela tu imagen por mi mundo
buscando una rama donde posarse,
y una vez más el sonido de tu voz
tintinea en mis oídos y en mi pecho.
Y me quedo un ratito así, recordándote.
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(A mi padre)
La nostalgia del cariño perdido, nos hace ser furtivos de recuerdos que añoramos y nos hacen volver a vivir ese momento. Un poema muy hermoso. Saludos.