Después de que todo desvanezca, cuándo el sopor decadente nos envuelva, y en el instante preciso en que las aves del inconsciente levanten vuelo…Yo, estaré lúcido y acechante; íntegro, y en pie de guerra.
¿O no es aquella nube el gris presagio que divisaron los espartanos?
La tarde se extiende
sobre este campo de amapolas
donde otrora jugábamos descalzos;
mientras debajo
descansaban los cadáveres,
aludíamos a la fertilidad
de esos campos de batalla.
Vislumbro resplandores atávicos
arcaicas contiendas tribales,
ver la cabeza del rival
rodando febril, mágica y luminosa.
Esta tarde, diría…
Roja de fuego iniciático,
se acrecienta en su transcurrir,
milagrosa e intensa,
fascinante y altiva.
Épica embriaguez,
que a la siesta despertaba,
lidiando desnudos y viriles,
provocando el bullicio de la sangre
y un enmarañado crujir en las entrañas.
Esta tarde, diría…
Irradia su resplandor omnipresente,
su inesperada consagración esquizofrénica,
su lenguaje marcial desenfrenado,
su inevitable derrota,
su heroico, exquisito, sublime desenlace.