Por encima de la arena y el barro trepa mi voz a veces,
allende ya el miedo, camino hacia el azul más claro.
Veloz esquivando el suburbio de las malas palabras,
huyendo de grandes huracanes de odios
y respirando amor sobre altos terrados de amargura.
Cantando, llena de acordes, al alba más galana.
Navegando por ligeros balcones de dulzura
y remontando por encima de nubes de quimeras.
Sobre los corales del más cantor de los mares
nadan ya mis brazos,
haciendo de la fatiga su enemiga odiada,
rebozando de alegrías el fondo, ya con nuevos colores.
Soñando corazonadas de victoria,
deslizándome entre millones de nativos del azul
y alejando de las playas los aromas de una extraña libertad.
Yo, pasajero del viento, liberador de noches débiles,
me alzo, me labro los sentidos, me pulo la voz,
me levanto por entre todas las sendas.
Lloro por todos los bosques, bailo dulce con la luna,
amo en nubes de algodón, me impongo en mi presencia.
Han caido fuentes de leyendas sobre mis ojos,
regando mi cabeza, cabalgando por mis ojos.
Desiertos sin dunas, jinetes sin caballo.
Yo, pasajero de los ríos más profundos,
buceo buscando glorias inmensas.
Pero, en estos días de ocasos terribles.
De verdades desventajadas,
se alzan las quimeras como las únicas capaces
para hacernos soportar la lucha contra los días venideros.
Antoni Garcia Iranzo 1978