Quien dice que la ausencia causa olvido
merece, más que olvido, y más que ausencia;
probar la dulce hoja de violencia
que sufre, acuchillado, el que ha querido.
Oler la sangre, loco… y luego, herido,
perder voz y razón, y la decencia:
y al fin, llorar para matar la urgencia
de hallarse a uno solo en lo perdido.
Ahogarse en el grito el pecho oscuro;
esperar como espera el sentenciado,
crepitar como debe… fusilado.
Y allí decir, si es uno bravo y duro;
«huyendo del fusil, acribillado,
duele menos, amigos, ser matado».
A mi modo de entender, percibo que tus letras, tan bien logradamente, abordan el tema del sufrimiento causado por la ausencia y el olvido.
A través de la metáfora de violencia y herida, tu poema explora las emociones intensas que experimenta alguien que ha amado y perdido.
Entre tus versos hay un pincel que esboza la sugerencia de que a veces enfrentar la pérdida es preferible al sufrimiento causado por la falta y el olvido.
Me gusta tu sugerencia. En sí es un poema que escribí tratando de reforzar la idea (con imágenes algo más duras, tal vez) del poema de Boscán que comienza con el mismo verso. Aunque hay muchos así, ningún otro poema tiene esas “cuchilladas” suyas, que son la imagen más expresiva. Un abrazo.
En efecto, encontré similitud con el soneto de Juan Boscán, no solo en los dos primeros versos, sino en el concepto y en el léxico. De todos modos es un ejercicio que merece ser aplaudido.