Poesía no es retórica,
ni teoría, ni prosa,
es mirada inquieta,
persiguiendo sombras
pues la mirada
es la esencia de la poesía.
Nada es insignificante
cuando el poeta mira,
pues el poeta analiza
los sentimientos de la vida
en el silencio de la noche
con sus luces y su misterio,
y por el día, con el sonido del mar
y el vuelo de las gaviotas,
un poema habla del sentir
de quien mira la vida, es su forma
de transformar su vida en escritura.
El poeta es un hombre sentido,
con agudeza utiliza la metáfora,
ya que solo cuenta en verso
hechos vividos y contados,
ya que la imaginación
es la memoria de lo no sucedido.
Por eso escribe versos
de las criaturas del mundo
que no son meras sombras,
ni reflejos de los sueños,
sino la criatura como es,
como el destino la creo,
que el poeta contempla
con ese saber inocente
que solo existe en la mirada de un niño
donde el saber se llena de juventud y de imprecisión,
lanzando su mirada al infinito
donde más que la posesión
interesa el sentimiento y el deseo
donde puede ver lo que otros no ven.
Él ve como la luna
su blancura espesa y suave
coloca sobre la paredes de la ciudad,
como los cipreses en la noche
tienen una inmoralidad oriental,
en las horas de sol
él contempla en silencio,
como la playa
se llena de alegría,
griterío e ilusión
bajo las finas leguas de fuego
de los rayos de sol,
y como en el atardecer
en el cielo azul
una nubecitas algodonadas
surgen un poco aquí, un poco allá
diluyéndose en el azul del mar.
La poesía nos conmueve
por su misterio y su gracia,
que inquietud es del poeta
del antes y el después
de su composición,
donde la retorica no cuenta,
ni el doble sentido tiene cabida
pues eso no es poesía
sino otra cosa
que al poeta le interese,
ya que las palabras tienen alma
qué sentido dan a la vida,
que es lo que al poeta le interesa
y en sus verso expresa.
Pippo Bunorrotri.
