¿Qué es la felicidad?

Ella llegó tal y como lluvia fría de otoño,
imprevista, a la luz de la luna,
mientras en las curvas del cielo se ilumina,
poco a poco en las esquinas de las nubes.

Me hizo una pregunta que yo mismo me hice alguna vez.
Y para responderla, dejé de lado mis pretensiones,
mis necesidades mas profundas y mis miedos de la niñez.

Perdí el afán por la estructura, o la perfección.
Responder aquella pregunta no me satisfacía,
en lo absoluto era un placer, o siquiera un deseo.

Me había enamorado hace tiempo de mi intuición.
Y pretendía pensar en ella con el pasar de los años,
pero las preguntas mas difíciles de responder,
son las que mas experiencia anhelan.

El mundo poco a poco se hacía cada vez mas pequeño.
Es normal, mientras que uno madura.
Las ramas ya no pueden sostener el peso de semejante criatura,
y el árbol donde uno nace, se vuelve viejo y sabio.

El mundo poco a poco se dividía mas y mas.
“Las personas están tan separadas unas de otras…”
pensaba. Y mientras lo hacía, perdía el gusto por la belleza,
se me desatoraban las palabras mas inquietas, en la boca.

Fluían desde mi garganta los insultos antaño,
pero hogaño no hallo nada mas placentero que los halagos.
Pues si el mundo es feo, ¿Qué puedo ganar blasfemando?

Ahora esta vida se me a hecho tan impredecible.
Las pasiones mas intensas vienen de donde nunca lo esperé.
Los placeres mas profundos, son tan efímeros…

Y no puedo detenerme, porque pierdo el ritmo,
y con el ritmo se va la inspiración y la búsqueda.
Pero ahí estaba ella, intacta e impaciente,
esperando su respuesta.

Ella me preguntó, porque quería saber desde hacía mucho,
desde el fondo de su corazón quería entender.
Pero la primera vez que ella me lo preguntó, yo era joven,
y estúpido, joven y estúpido era, a la par de pretencioso.

A todo le buscaba un dilema, un misterio, y algo que atesorar.
A todo le quería encontrar un sentido, al menos provisorio.

En el fondo, siempre supe que no había tal cosa.
Pero era un muchacho terco, rebuscado, y mal humorado.

Ahora el mundo se me hace tan divisible, tan desgastado.
Un lugar donde las personas van y vienen como objetos.
Y donde cualquier cosa puede pasar, aunque sea por un instante,
el mundo era un lugar maravilloso.

Así que pude responderle:
Ana, la felicidad es lo que tu quieras,
una palabra vacía, para que tu la puedas llenar.

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