Que corra el agua limpia río abajo
sin que su curso nadie modifique,
evita que la espuma nos salpique
cuando sin fe se coge algún atajo.
Así con suficiente desparpajo
evita el redentor se le critique,
aunque el mundo se vaya entero a pique
y con él sus discursos al carajo.
Por eso es importante y conveniente
que la verdad en nuestra vida fluya
tal que fuera creíble y transparente,
para que todo mal menor concluya
sin herir a propósito conciencias
por no querer medir las consecuencias.