Puertas cerradas

En el silencio de la tarde, el día reposaba.
Un pájaro cantó en esa pradera
y el cielo lo escuchó con alegría.
Quisiera tocar en todas las puertas
que veo cerradas y ver cómo el hambre
de un niño, se disipa.
Hoy, en mi mesa hay pan fresco
y el calor de los fogones
me recuerdan la infancia.

A veces, siento que robé lo que comía
y el café caliente transmite la emoción ajena
de saber que tantos soportan un ayuno obligado.
En mis fantasías, le pongo especias a la vida
y reparto los peces que rebosan mi cesta,
con la mirada puesta en un mundo olvidado.

Estemos juntos, reencontrados, más humanos
con la mano larga y dispuesta la mirada.
Huele a los valles por los que he pasado
en esta noche fría, implorando un Padre Nuestro
para los estómagos vacíos que crepitan detrás
de las puertas cerradas.

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Por Dios, Lucía, que quiero citarlo entero. Maravilloso.

¡Es una linda plegaria!
¡Bellos deseos y sentimientos hermosamente plasmados!
¡Saludos y bendiciones!

Tan humano,tan hondo y conmovedor poema, que sus letras quieren alimentar la desolación de este mundo!Abrazo, Lucía!!

Es un poema real y emotivo. Gracias por visibilizar este importante y olvidado tema. Abrazos

Siempre visitando mis letras. Gracias Deisak, qué gentil eres. Un abrazo.

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Muy hermoso , Lucía! Versos generosos que remueven…
Abrazos, amiga!

Gracias, mi querida Alda, por siempre pasar a leerme. Un abrazo.

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Es la descripción de un mundo egoísta en el que cada uno se preocupa por él mismo. Ya no hay bondad. Muy hermoso. Abrazos cariñosos.