Pudo ser que en el pasado
confundiera sentimientos,
personajes y utopías
que surgían en el tiempo.
Fue la edad de la inocencia,
de vivir, y solo en eso,
consumir las energías
y pasiones de los cuerpos.
Hoy en día, ese pasado,
queda ya un poco lejos,
aunque es parte de la vida
que nos muestran los recuerdos.
Pero estamos en presente
y la vida es más de aquello,
que bonitos y agradables
también tuvo su misterio.
Hubo nervios e ilusiones
que mezclamos con los miedos,
y romances de novelas
que vivimos con anhelo.
Hoy la historia es más tranquila
y la vida del “viajero”,
surca en barca por los mares
de un otoño hacia el invierno.
Y se ven las primaveras,
ya lejanas y a lo lejos,
con promesas y gaviotas
que llevaban a los puertos.
Un suspiro se desgrana
de los labios con un beso,
por un tiempo y el pasado
que en el pecho está latiendo.
Rafael Sánchez Ortega ©
15/01/25