Promesas disfrazadas de progreso
nos cuela sin pudor la propaganda,
donde el temible consumismo manda
hasta dejar al más pintado tieso.
Yo de reojos miro, lo confieso
puesto que no me fío de quien anda,
hoy justo calculando la demanda
como quien vende cábalas al peso.
Así es como el marchante se aprovecha
colmando a la manada de ilusiones
a costa de sacarle los ahorros,
lo que quizás levanta la sospecha
de como aquí funcionan los bribones
como si fueran adiestrados zorros.