No me ves, no me encuentras.
Vacilante tu razón enfrenta
la axiomatica noción
De que me he ido.
Encendiendo luces en tinieblas
y sembrando campos de olvido.
—Pero, estoy aquí—
En cada letra consustancial.
Con palabras cercenadas.
En un todo residual
de inmerecidas loas, por nada.
(Como cero) minimizando
cifras que ya fueron fraccionadas.
Estoy aquí…predictible.
Atado a un cordel de precio módico
Que no me oculta pero me hace invisible y tan pasivo , —¡tan prosodico!.—
Que sin verme tengo vigencia
En el espectro del sonido.
Tu no ves, tu no me encuentras
[Yo, aún… no he partido]
Si no me ves, si no me encuentras
Es porque estoy prohibido.
Los ceros expanden las cifras silenciosas, latentes en la banda sonora del fondo de las palabras…que es el silencio reflexivo que las gesta…
Un abrazo, compañero poeta!
Una genial manera de definir lo no visto, lo no encontrado… porque al fin y al cabo cuando no hay puentes que cruzar (por el motivo que sea) se instala la imposibilidad y lo que es número se vuelve fracción o directamente cero. Magnífico poema, Domingo! Un abrazo.
Lo oculto suele estar prohibido y a lo prohibido se oculta. Prohibiciones son censuras, aunque también podríamos pensar que sus letras -por nivel- son prohibitivas.
Timoteo me ha dicho que «toda prohibición genera una reacción inversa al objeto de la prohibición»; le pregunté si estaba leyendo a Maquiavelo. Me contestó que él no sabe leer, pero que llegó a esa conclusión, observando el comportamiento de las pulgas que en algún momento lo invadieron, se había encariñado con ellas y les prohibio marcharse, a los pocos días no quedaba ni una sola en su pelambre. (El ignora lo caro que me salió la pipeta antipulgas.)
Ocurre lo mismo con el corazón, a simple vista es invisible, pero todos podemos definir que internamente tenemos uno, aunque en el mundo exterior es posible tener varios. Gracias por comentar gran poeta.