Sobre
los espejos de la noche,
hay marrones amarillentos dando vueltas alrededor.
En ese entonces, adhieres la mirada, mientras
el cielo de la adultez, recoge
frutos
Y
sombras,
y todos los latidos que suspiran entre las huellas
sutiles de las mejillas.
No
obstante
respiras algunos silencios, y aunque no tengan sonidos,
se hacen versos las primaveras
con flores.
O se hace leyenda,
cuando las auroras risueñas bordean su encanto con tu aliento.