Presencia

Fue aquella tarde

en la casa de la playa.

Un café, el ruido del mar.

Sobremesa tras una agradable comida de amigos.

Conversación animada: el calor, la falta de sabor de los tomates,

algún proyecto de viaje…

La ventana dejaba pasar el aire cálido de agosto.

Carlos sacó el tema de la muerte

—el vino y las copas siempre le ponen filosófico—

ese día le dio por Epicuro y repetía con énfasis:

“es que cuando la muerte está presente, ya no somos nosotros”,

… nadie le hacía mucho caso.

De repente,

como se presenta el frío

en un día de otoño,

mi madre apareció en la entrada:

era ella, como recién llegada de la calle,

con su peinado de peluquería

y su antiguo traje de chaqueta

inapropiado para un día de verano;

toda la tristeza

que cabe en el mar llenaba sus ojos.

Solo yo la vi.

Como vi

su mirada de madre:

prendida,

perdida

en aquellos cajones llenos

de su ropa imposible.

Cuando yo nací ya había muerto

(la niña)

dejando un vacío de nubes.

Cuando abrí los ojos

Carlos hablaba de fútbol;

nadie,

no había nadie en la puerta.

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Fantástico poema que nos sumerge en una escena cotidiana de amigos reunidos en una casa de playa, en medio de una conversación despreocupada.

Sin embargo, le das ese giro inesperado que nos lleva a la presencia fantasmal de la madre del narrador, evocando la pérdida y la nostalgia.

Me queda esa sensación de que tus versos revelan la fragilidad de la vida y la persistencia de los recuerdos.

Felicidades poeta.

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Precioso relato, lleno de ternura y nostalgia interior en medio de una reunión veraniega de amigos.

Una exquisita sensibilidad.

:clap::clap::clap::clap:

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La vida está hilada con hilos finos; a veces, un descosido deja pasar recuerdos o aparecer fantasmas del pasado. Muchas gracias por tu lectura, Alejandro.

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Muchas gracias por compartir, Artemisa :sun_with_face:

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Con cuánta maestría has hilvanado tus versos, que discurren preñados de metáforas que van relatando momentos de un encuentro formal, en una casa en la playa, entre vinos y charlas que con olor a salitre en la brisa que refresca va inoculando melancólicamente en la imaginación nostalgias sublimes.
Aplausos.
Abrazo, Rraffa.

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Magnífico. El cierre, inesperado. Excelente todo el relato.

Presencias indiscutible que llevamos de los seres queridos y jamás nos urge desprendernos de ellas, porque es una forma de creer que no estamos solos. Aplaudo @Rraffa .

Debe ser muy entretenido salir a beber con Carlos, la próxima vez que lo veas dile que yo pongo las birras, a ver si nos da una cátedra.

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Una presencia, como una mirada fija, indeleble que nos acompaña en nuestro vivir, en nuestro sentir, muy genuinos e inesperados versos, poeta!!!:clap::clap:

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Muchas gracias por apreciarlo, Magdalena :hugs:

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Algún verso pertenece a otro poema que publiqué hace tiempo. Es un tema recurrente en lo que escribo (quizás el inicio de la motivación para escribir poesía).
Me alegra mucho que te haya gustado.
Un abrazo :hugs:

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La charla agradable y en confianza despierta asociaciones nostálgicas. Muchas gracias por el comentario, Pedro. Un abrazo.

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A lo largo de la vida nos acompañan muchas presencias que engañan nuestra radical soledad.

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Jeje… A Carlos hay que controlarle la bebida; el límite entre lo entretenido y lo pesado es muy fino.
Gracias por tu lectura, Domingo.

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Nuestra mirada contiene muchos sentimientos que se reflejan en lo que vemos. Gracias, Ana María :sun_with_face:

Hermosos versos del recuerdo. Un gusto pasar. Saludos cordiales. :hugs:

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Muchas gracias, siempre agradecido por tu lectura y comentario :hugs:

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Gracias a ti, amigo. Fue un placer leerte.
Abrazo

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Te llega al alma el poema…

Yo también recordaba algo de aquel otro que me impactó también con esa presencia que se hace visible para ti…
Es muy hermoso, es como si sobevolara sobre nuestras cabezas…

Abrazos, Rafa! Buena semana!🩵:rose::hugs:

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