La mar no se disuelve porque llueve,
los montes no son montes desolados;
los cielos son pintados en relieve
por gotas que salpican los tejados.
Llueve en realidad, llueve en los cuentos;
porque llueve, la luz es mortecina,
porque llueve, las vidas son momentos
y la lluvia un festín de purpurina.
Me sonrío y no para de llover,
mis pasos sobreviven a su antojo,
porque llueve y me siento renacer;
me sonrío a pesar de que me mojo.
La lluvia que resbala por mi cara
me incita a ser mujer leal y clara.
Águeda Molina2023