Me consumo, lentamente,
y tengo el lujo aún de hacerlo
mientras disfruto encima viéndolo.
Estoy presente en su misterio
siempre huyéndome la sed
en momentos como este
que me anegan en placer…
El sucio cielo revolviéndose
sin de mí ya ni una pieza
nadie sabe lo que pueda parecer
a quien confiesa
haber dado su alma por un beso
en su escasez.
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Los besos son disturbios para el corazón de quien los recibe y un tesoro escaso en la época que vivimos. Me gustó el poema. Saludos.