Por los caminos de nadie,
a un paso del sueño profundo
en el punto álgido del viaje.
Voces lejanas me acosan
como el sonido de un enjambre.
Quisiera decir que sólo paseo
y admiro el paisaje
pero huyo
de todos los sonidos
que enturbian el canto del mundo;
del no ser que soy
de los androides y sus trajes
observándose en mi espejo.
Huyo
de mi desnudez tan humana,
de la velocidad
que no nos lleva a ninguna parte.
Quisiera decir que soy capaz
de volar si mirar al suelo
que el vértigo no me asfixia,
que soy tan valiente -al menos-
como una mujer,
pero soy sólo una niña
en metamorfosis
encapsulada y al vacío,
mantenida en condiciones asépticas
como si la intemperie no arañase…
Ojalá pudiera decir (en la caída)
que abracé la libertad,
aunque sólo fuese un instante.
Que me brotaron alas
y volé,
que me crecieron piernas y corrí,
que el candado de mi mente saltó
y se abrió mi pecho:
que respire aire
y no humo negro;
que fui tan valiente como soy,
ni más ni menos.
Que no llegué a la meta
porque no había meta,
sóo andaba por los caminos de nadie,
a un paso del sueño profundo
en el punto álgido de este viaje.