En la noche marchita se me apaga la estrella
en tu cama bendita se me enciende la luna
el candil de tu vientre la sonata en mi cuna
es la pira en tu lecho la que funde y destella.
Es tu estampa gloriosa tu silueta que es bella
la que alumbra mis días un desierto sin duna
firmamento sin penas añoranza ninguna
mi corcel se desboca tu pasión se me estrella.
Florecita del campo solecito añorado
alebrije soñado mi quimera de ensueño
mi leyenda dorada mi romance adorado.
Es un verso sin rima poesía imperfecta
un rescate imposible de la casa de empeño
es un cuento inventado fantasía perfecta.
Hay cierta musicalidad que sólo le es propia al soneto que, sinceramente, es muy difícil de domar y que se sienta que la verborrea brota fluida… y usted doma esa musicalidad agüevoniándola como un verdadero Orfeo que, al cantar —tocando la lira arcaica— todo en derredor se aquietaba girándose hacia él… así es usted…
Usted parece un gato que aún no tiene hambre y que, a punta de suaves zarpazos, atonta… agüevonea al ratón.
No es fácil escribir buenos sonetos como el suyo… ¡¡¡Bravo!!!