Poesía con guía

No soy maestro de ceremonias,
me enseñaron a no adelantarme a las cosas,
a no sacrificar un recuerdo por otro,
a no ofrendarle nada al cambio,
a no ser referencia de otros prismas.

Celebro haber perdido del todo
el humo trascendental del delirio,
la enumeración del tiempo,
este destino casi de catálogo.

No me imagino,
pero sí al resto de este trasfondo,
soy una huella pisada en el futuro
y un largo olvido de preguntas.

Los traumas se producen en la memoria,
y los mejores poemas son imparciales,
no implican discusión.

La experiencia de un hombre puedo darte,
pero no al hombre.

No es lo mismo que este poema
lo transcriba un autómata,
o que haya caído del cielo,
o que sea un desliz de la pluma,
o que no lo haya escrito yo.

Da lo mismo.
Jamás lo entenderás.

Nadie entiende mi forma de separar el alma del papel
-Soy solo los sentidos que no se afectan, se vacían-,
causo preocupación, o escándalo, no lectura,
ésa es la postura cómoda, y tranquilizadora,
igual que mandar al carajo a una mujer por su físico,
igual que la invención de mi auténtica personalidad.

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