Mírame ahora
porque ya nos conocemos amor,
ya soy pasado.
Conozco la luna reflejada
en la palma de tu mano
la que fue tuya,
la que fue mía y nos iluminaba.
Desmontamos las calles de una ciudad entera
para alimentar el fogón de las mañanas
y nos pusimos a vivir en las hogueras.
Hoy te he encontrado sin hallarte;
nos topamos a las seis de la tarde
por entre mi ciudad y tu ciudad extraña
y ahora puedo decirte:
Si yo quisiera, te abrazara un día
al borde de la vida, tan cerca del ocaso
tan humano y tan esquivo.
¿Qué me queda de pronto con la tarde?
¿Cómo es que te amo a veces,
si sobre los ojos te pusieron
racimos de adioses
y montón de besos?
No contestes amor.
Ya soy pasado.